martes, 21 de febrero de 2012

Esto es amar demasiado.



<“…Las mujeres que aman demasiado provienen de familias en las cuales estuvieron muy solas y aisladas, o bien fueron rechazadas o sobrecargadas con responsabilidades inapropiadas, y por esa razón se volvieron excesivamente maternales y altruistas; si no, se vieron sujetas a un caos peligroso, de modo que desarrollaron una abrumadora necesidad de controlar a quienes las rodeaban y a las situaciones en que se encontraban. La consecuencia natural es que necesita controlar, atender, o ambas cosas, sólo podrá hacerlo con un hombre que al menos le permita o le invite a este tipo de conducta. Es inevitable que se involucre con un hombre que es irresponsable en por lo menos algunas áreas importantes de su vida, porque está claro que él necesita su ayuda, su atención y su control. Allí comienza la lucha por tratar de cambiarlo mediante el poder y la persuasión de su amor. Es en este punto inicial donde se presagia la insania de la relación, cuando ella comience a negar la realidad de esa relación (recuerde que la negación es un proceso inconsciente, que ocurre en forma automática e involuntaria).

El sueño que ella tiene sobre cómo podrían ser las cosas y sus esfuerzos por lograr esa meta distorsionan su percepción de cómo son las cosas. Ignora o disipa racionalmente cada decepción, fracaso y traición en la relación. "No es tan malo.""Tú no entiendes cómo es él en realidad." "No lo hizo a propósito." "No es su culpa”, son sólo algunas de las frases hechas que emplea la mujer que ama demasiado a esta altura de su proceso de enfermedad para defender su pareja y su relación. Ella se vuelve más dependiente de él en lo emocional. Esto se debe a que ella ya se ha concentrado totalmente en él, en sus problemas, en su bienestar y, lo que quizá sea más importante, en sus sentimientos hacia ella. Mientras sigue tratando de cambiarlo, él absorbe la mayor parte de sus energías. Muy pronto ese hombre se convierte en la fuente de todas las cosas buenas en su vida. Si el hecho de estar con él no la hace sentir bien, trata de arreglarlo a él o a sí mismo para que sí lo haga. No busca gratificación emocional en otra parte. Está demasiado ocupada tratando de que la relación funcione. Está segura de que si puede hacerlo feliz él la tratará mejor, y entonces ella también será feliz.


Cada vez que él se enfada, ella interpreta esa reacción como su propio fracaso y se siente culpable, por no haber sido capaz de aliviar la infelicidad de él, por no haber podido rectificar las insuficiencias de su hombre. Pero quizá, más que nada, se sienta culpable por ser infeliz ella misma.Su negación le dice que en realidad no hay nada malo en él, entonces toda la culpa debe ser de ella. En su desesperación, que considera fundada en problemas triviales y quejas sin importancia, comienza a tener una intensa necesidad de discutir las cosas con su pareja. A continuación se producen largas charlas (si él acepta hablar con ella), pero en general no se tratan los verdaderos problemas.

Y así sucesivamente. Las cosas empeoran. Pero como el hombre teme que ella se desaliente y se aparte de él, y él necesita su apoyo -emocional, económico, social o práctico-, le dice que está equivocada, que imagina cosas, que la ama y que la situación está mejorando pero que ella es demasiado negativa para notarlo. Y ella le cree, porque necesita tanto creerle. Acepta esa opinión de que ella está exagerando los problemas y se aleja más aun de la realidad. El se ha convertido en su barómetro, su radar, su medidor emocional. Y lo observa constantemente. Todos sus sentimientos son generados por el comportamiento de él. Al tiempo que le da el poder de dominarla emocionalmente, interfiere entre él y el mundo.


Trata de que él luzca mejor de lo que es y de que ambos parezcan más felices de lo que son. Encuentra explicaciones para cada falla de él, para cada decepción, y mientras oculta la verdad ante el mundo también la oculta ante sí misma. Incapaz de aceptar que él es como es y que sus problemas son de él, no de ella, experimenta una profunda sensación de haber fracasado en todos sus enérgicos intentos de cambiarlo. Su frustración aflora en una erupción de ira y se producen batallas, a veces físicas, que ella inicia en su furia impotente por lo que parece ser un bloqueo deliberado por parte de él para con sus mejores esfuerzos. Tal como una vez excusó cada falla de él, ahora toma todo en forma personal, siente que es la única que trata de que la relación funcione. Su sentimiento de culpa aumenta mientras se pregunta de dónde viene esa furia en ella y por qué no puede ser suficiente mente digna de ser amada para que él quiera cambiar por ella, por los dos. Cada vez más decidida a provocar en él los cambios que desea, ahora está dispuesta a intentar cualquier cosa.
 
Intercambian promesas. Ella no lo fastidiará si él no bebe ni vuelve tarde ni le es infiel o lo que sea. Ninguno de los dos es capaz de cumplir con el trato, y ella percibe vagamente que está perdiendo el control, no sólo sobre él sino también sobre sí misma. No puede dejar de pelear, de regañarlo, de intentar persuadirlo con halagos o con ruegos. Su respeto por sí misma decae en forma vertiginosa.Si él está bebiendo demasiado, la negación de la mujer hace que ella no pueda adm1tirlo, y le ruega que le diga por qué es tan desdichado, dando por sentado que su hábito de beber no es importante pero que la infelicidad sí lo es. Si él le es infiel, ella le pregunta por qué no es suficiente mujer para él, y acepta la situación como su culpa, en lugar de culparlo a él.

Es probable que se muden, pensando que los amigos, el trabajo, los familiares, son culpables de sus problemas. Y tal vez las cosas mejoren por un tiempo... pero sólo por un tiempo. Muy pronto, los viejos patrones vuelven a asentarse. A esta altura, ella ya está tan consumida por esa amarga batalla que no le queda tiempo ni energías para otra cosa. Si hay hijos, éstos sufren una negligencia emocional, si no también física. Las actividades sociales llegan a un punto muerto. Hay demasiada acritud y demasiados secretos que guardar para que una aparición en público sea otra cosa que una ordalía. Y la falta de contacto social sirve para aislar más aun a la mujer que ama demasiado. Ha perdido otro vínculo vital con la realidad. Su relación ha pasado a ser su mundo entero. Hubo una vez en que la irresponsabilidad y la necesidad de ese hombre la atraían. Era cuando ella estaba segura de que podría cambiarlo, repararlo. Ahora se encuentra llevando sobre sus hombros cargas que le corresponden a él, y mientras siente un profundo resentimiento hacia él por ese cambio de la situación, también se deleita con la sensación de control que eso le da por sobre él, pues es ella quien dispone del dinero de él y quien asume el control total sobre los hijos.

La mujer que ha estado obsesionada por la relación puede incorporar ahora un desorden alimenticio a sus otros problemas, si es que no lo tiene ya. Buscando recompensarse por todos sus esfuerzos y, además, tratando de sofocar la ira y el resentimiento que bullen en su interior, es probable que empiece a usar la comida como droga tranquilizante. O bien puede descuidar seriamente su alimentación debido a úlceras o a problemas estomacales crónicos, tal vez combinados con una actitud de mártir. ("No tengo tiempo para comer.") También es probable que controle su alimentación con rigidez para compensar la sensación de descontrol que experimenta con su vida en general.

Como notamos antes, puede desarrollarse una dependencia a la comida, al alcohol o a otras drogas para sofocar la ansiedad generada por su situación en la vida y su actitud hacia la misma y para tolerar la insostenible situación en que se encuentra.

Es inevitable que, cuando una mujer llegue a esta altura de la progresión de su enfermedad, aparezcan problemas físicos además de los emocionales. Pueden manifestarse cualquiera de las alteraciones provocadas por la exposición a una tensión severa y prolongada como problemas digestivos y/o úlceras, además de todo tipo de problemas en la piel, alergias, alta presión sanguínea, tics nerviosos, insomnio y constipación o diarrea, o ambas cosas alternadamente. Pueden empezar períodos depresivos o si, como sucede tan a menudo, la depresión ya ha sido un problema, los episodios ahora pueden prolongarse y profundizarse en forma alarmante. A esta altura, cuando el cuerpo comienza a quebrantarse debido a los efectos de la tensión, entramos a la fase crónica.

Ahora la mujer es totalmente incapaz de ver cuáles son sus alternativas desde el punto de vista de la vida que lleva. Gran parte de lo que hace es en reacción a su pareja, inclusive las aventuras amorosas, la obsesión con el trabajo o con otros intereses, o la devoción a "causas" en las que nuevamente trata de ayudar/controlar la vida y la situación de quienes la rodean. Es triste, pero incluso el hecho de que busque personas e intereses fuera de la relación ya forma parte de su obsesión. Ha llegado a sentir una tremenda envidia por la gente que no tiene sus problemas, y cada vez más se encuentra descargando sus frustraciones en quienes la rodean, mediante ataques cada vez más violentos a su pareja e incluso, a veces, a sus hijos.
A esta altura, a modo de intento supremo de controlar a su pareja mediante la culpabilidad, puede amenazar o llegar a intentar suicidarse. Huelga decir que ella y todos los que la rodean ya están enfermos, muy enfermos, principalmente en lo emocional y a menudo también en lo físico.

Cuando la mujer que ha comenzado amando demasiado al fin se da cuenta de que lo ha probado todo para cambiar a su hombre y que sus mejores esfuerzos han fallado, tal vez pueda ver que debe buscar ayuda en otro intento de cambiar a su hombre.

Es crucial que la persona a quien ella recurra la ayude a reconocer que ella es quien debe cambiar, que su recuperación debe empezar por ella misma. Esto es muy importante, porque amar demasiado es una enfermedad progresiva, como ya quedó tan claramente demostrado.


Una mujer que ama demasiado va camino a la muerte, ya sea por una alteración relacionada con el stress, como, por ejemplo, una insuficiencia cardiaca o un ataque de apoplejía, o algún otro problema físico causado o exacerbado por el stress, o bien por la violencia que ha llegado a formar una parte tan grande de su vida, o quizás en un accidente que no habría ocurrido de no haber estado distraída por su obsesión“.>.

Extracto del libro: Las mujeres que aman demasiado. Robin Norwood. 1986
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Esta sin duda fue una de las partes más difíciles de leer para mi. Para las mujeres que hemos amado demasiado, esta secuencia de relación que describe la autora es la que desafortunadamente hemos vivimos siempre (en uno o en varios de estos puntos) con una o con varias parejas en el transcurso de nuesta vida.




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